Fragmento de mi entrada "Diario de tus instintos olvidados".

Y a solas, cada cuerpo compone su réquiem.Un llanto por la mitad perdida. Una lágrima por cada gota de sudor compartida. Una SONRISA por cada risa que inundó la partida.

El acto desesperado de amar lo que no tenemos. El acto desesperado de amar.
Amar desesperados ese acto.
Y desesperados sucumbir al amar.

(Fragmento de mi entrada "Diario de tus instintos olvidados".)

sábado, 16 de octubre de 2010

Cantos de sirena

Es curioso como puedes hacer el imbécil.

Cómo crees ver la vida subida al faro más alto, y de repente, eres tu quien está perdida de noche en la mar, buscando ese faro. Y todo por nada. Por divertirme, porque creerme inmortal.

Me he dedicado a sentarme en el trono de mi faro, a regodearme de lo bonitas que son mis escamas al Sol. A que llegue la noche y ponerme a cantar. A ver pasar flotas de barcos por mis costas y hacerles besar la arena de mis orillas. Me he dedicado a bucear a mis anchas, a bucear por los camarotes de marineros lindos, a enredar mi cola de color violeta en el timón del barco del juego de vivir. Y amanece, mi cuerpo cruza como un pestañeo el agua. Vuelvo a mi trono y desde allí observo el CAOS.

Ese que tanto me gusta. Ese de quien soy alumna y discípula.

Pero una mañana amarró en mis costas una barca sencilla, una sola vela. Pero era demasiado pequeña para que mis ojos la vieran, demasiado sencilla para otearla entre tanta fragata encallada en mis playas. Pero la sentía allí, por supuesto, yo siempre se que pasa en toda mi isla. Me dediqué a salir tras cada puesta de Sol. Me dediqué a mirar de vez en cuando por las mañanas a esa barca. Y un día, un barco no encayó, mis cantos no fueron lo bastantes dulces para hacerle virar su rumbo, logré que estuviese viajando en círculos, que su brújula se volviese loca, pero en un resplandor de ojos azules vi su rumbo. ¿Veis por qué no me gustan? Y esa noche fui una hipogrifo enfadada y fea.

No supe nadar, ni bucear, ni siquiera cantar. Volé a mi isla, aterricé como pude y amanecí recostada en esa pequeña barca, protegida del viento con su única vela. No quiero moverme de ahí. De vez en cuando las gaviotas me traen noticias de ese barco, que sabe cual es su destino, pero le está costando llegar. Y eso, ya no es culpa de mis cantos, ya no.

Y ahora, se que estoy haciendo lo correcto.

Pero a veces...

A veces, me pillo mirando mi trono en el faro con deseo, a veces me sorprendo cantando por lo bajo, a veces me descubro mirando al Sol buscando la Luna...

Al fin y al cabo, siempre he sido hija del agua, y cómo tal, nunca podré ser constante como la tierra, nunca podré permanecer como el suelo.

Así que me pregunto si una sirena, por mucho que corra de tu mano por la arena, pierde las escamas para siempre...


P.D: Lo que tenga que venir vendrá de todas formas, así que mientras tanto dediquémonos a vivir.