No me sorprendo, conozco bien mi talento, virtud, don y defecto, y el atractivo de la actitud a la que me enfrento. Se que construyen verdades con sentencias, que creen en verdad las apariencias, pero la verdad es que mi único crimen es ser fugaz.
Llueven Erizos que solo quieren dormir entre mis rizos.
Medito por no escapar. Escribo por no gritar. Leo por no suspirar.
Y eso me hace conocer la rima, el ritmo reflejado en el cristal de cualquier bar, no sucumbir a la espiral que se convierte en el hecho de amar. Ya usé todo el cobre y ahora no me queda más que apostar vida, vida a matar en cualquier bar, donde el cristal ya no refleja nada, se vuelve opaco de decisiones que ya no llevan el ritmo; para poder escapar, gritar, suspirar.
¿Y qué os queda?
La rutina acomodada en el salón, tentándome a compartir sofá con ella.
¿Serás tu quién me juzgue?
Yo al menos lo intento... Intento no acomodarme.
Esto que escribo demuestra que no he muerto, que no cruzaré el túnel de luz, porque un túnel implica oscuridad, es la pura verdad.
Soñaré con no perder la fe, no perderé el sueño en que creí, creeré que lo que se sueña nunca se pierde; tropezaré con alguna roca y me levantaré más fuerte que cualquier pùa que escupa tu boca. Que no se si logrará herirme, pero por si acaso siempre tengo listo el equipaje.
Listo el equipaje. La montaña nevará en mis botas, mis muslos sudarán agua de mar,
los desiertos maquillarán mis mejillas, los bosques peinarán mi pelo,
el Universo me pone en celo.
Pasarás media vida esculpiendo tu tumba, pasaré la mía bailando sobre ella alguna rumba. Porque yo no creo en el destino. Me enfrento con coraje a ser una don nadie y a ser única, es mi único ropaje, el uniforme del abismo. Tienes una razón para vivir, y eres tu mismo.
Y fui yo quien dije: "Oh Dios hazme libre".
Y bajó el Él y contestó: "Muy bien, elige tu el calibre".
Mientras te observaba con calma, Erizos hambrientos abandonaban tu alma.
Ahora esos Erizos se comen las palabras que arden mi alma cuando actúas, para que yo ya no pueda echar púas.
Porque la soledad está donde tu estés ausente... ¿O presente?
Porque la alegría está donde tu estés presente... ¿O ausente?
Ya no me acuerdo, los erizos ya no tienen púas.