Los demás; eso es lo que más me gusta del metro y de los autobuses.
Cada mañana me monto en el F con la expectación que saco de lo más profundo de mi consciencia dormida y mi subconsciencia curiosa. Si puedo, me siento en uno de los 4 asientos juntos de la parte de atrás, me gusta poner las piernas en alto. Subo el volumen de alguna buena canción de mi Ipod y me dedico a observar fijamente a la gente mientras las notas musicales bailan en sus rostros. Aunque acabo quitándomelo para oír el idioma matutino de cada uno.
Y me dedico a divagar sobre la gente que me acompaña cada mañana.
La joven embarazada que trata de hacer el sudoku que descansa sobre su abultada y preciosa barriguita; el chico del tatuaje en la pierna que mueve la cabeza al ritmo de alguna canción que nunca conoceré; el anciano curtido por mil arrugas, de las cuales me gusta pensar que son una cicatriz en el alma de algún buen recuerdo; los dos gemelos que siempre suben a la misma hora que yo, uno de ellos siempre rodeando a su novia, el otro mirando por la ventana; las tres divinas enloquecidas que van en mi sitio de 4, hablando entusiasmadas de que un tal Manuel no hace caso a la de los tacones naranjas. Naranjas. El padre con el carrito intentando que su hijo entienda q ir a la guardería es "divertido", y me gusta que sea esa la palabra,divertido. Y me hace sonreír sorprendida ver como mientras habla a su hijo, se mete dentro de la camisa un larga trenza que nace en su nuca. El señor de 40 y diez años que abraza un gran maletín ¿Que llevará? ¿Dinero para un soborno? ¿O estrellas? Un hombre ocupado parece.
-Perdone, ¿me regala una sonrisa esta mañana?
Las dos chinas que hablaban en inglés, maldito inglés, yo quería oír chino. Y los que están tan al principio del bus que no logro sacar detalles, y cuyos rostros pierdo en las curvas. Una pareja besándose, dos amigos discutiendo, una señora con el móvil... Y el conductor claro. Suele ser siempre el mismo, con sus gafas de Man In Black de siempre, y su sonrisa, y su saludo también:
-Buenos días jovencita.
Y me pregunto cómo se llamarán. Dónde van esa mañana. Qué les depara el día. Y la noche. Si son felices, si van a serlo. Si acaso lo saben. Si sufren por alguien. Si ríen con alguien. Si tienen grandes sueños o pequeños proyectos. Si los conseguirán. Si los conoceré algún día. Qué esconden cuando me miran el tiempo socialmente permitido. Qué me esconden cuando se exceden de él.
Pero, sobre todo, me pregunto si alguno de ellos se divierte felizmente como yo haciendo esto. Si de todos los metros que subo, de los autobuses que bajo... si alguien se dedica hacer lo que yo. Supongo que nunca lo sabré. Sería estupendo un día mirar a alguien y que se excediera tanto en el contacto visual que pudiese leer intrínseco en él:
"Sí, yo también estoy tan loco como tú."
Hoy me ha gustado tanto este grupo que me ha acompañado por la mañana en el bus que no he querido volver a casa en él. Me he puesto el Ipod en una oreja y a 2 amigos en la otra. Y andando, con el Sol en la espalda, esta jovencita ha subido la cuesta con la conciencia tranquila de una tarde muy productiva, esperando impaciente la hamburguesa para cenar con ellos y con ganas de coger el autobús mañana.
me ha gustado especialmente esta entrada!!!!!!!!
ResponderEliminarme siento totalmente identificada y tb hago eso muchas veces!
un día de estos, entre estudio y estudio, te cuento una historia que me pasó una vez en el metro con un pintor!
Que bueeeeeena! Jajajajajaja
ResponderEliminarYo el sábado pasado conoci a un chico que decia que era de las que me quedaba de pie en el autobus.
Y nos sonaban nuestras caras, hasta que descubrimos que ibamos en el mismo bus! Cosas de la vida, a alguno lo acabas conociendo esta claro.
Pero cuanta gente vemos por la calle... a lo mejor uno de ellos cambiará nuestra vida para siempre no crees?